JORNADA TERCERA

CUADRO I

(Sale ISABEL, como llorando.)

ISABEL.
¡Nunca amanezca a mis ojos
la luz hermosa del día,
porque a su sombra no tenga 1790
vergüenza yo de mí misma.
¡Oh, tú, de tantas estrellas
primavera fugitiva,
no des lugar a la aurora,
que tu azul campaña pisa, 1795
para que con risa y llanto
borre tu apacible vista,
o ya que ha de ser, que sea
con llanto, mas no con risa!
¡Detente, oh mayor planeta, 1800
más tiempo en la espuma fría
del mar! Deja que una vez
dilate la noche fría
su trémulo imperio; deja
que de tu deidad se diga, 1805
atenta a mis ruegos, que es
voluntaria y no precisa.
¿Para qué quieres salir
a ver en la historia mía
la más enorme maldad, 1810
la más fiera tiranía,
que en vergüenza de los hombres
quiere el cielo que se escriba?
Mas, ay de mí!, que parece
que es fiera tu tiranía; 1815
pues desde que te rogué
que te detuvieses, miran
mis ojos tu faz hermosa
descollarse por encima
de los montes. Ay de mí, 1820
que acosada y perseguida
de tantas penas, de tantas
ansias, de tantas impías
fortunas, contra mi honor
se han conjurado tus iras. 1825
¿Qué he de hacer? ¿Dónde he de ir?
Si a mi casa determinan
volver mis erradas plantas,
será dar nueva mancilla
a un anciano padre mío, 1830
que otro bien, otra alegría
no tuvo, sino mirarse
en la clara luna limpia
de mi honor, que hoy, ¡desdichado!,
tan torpe mancha le eclipsa. 1835
Si dejo, por su respeto
y mi temor afligida,
de volver a casa, dejo
abierto el paso a que digan
que fui cómplice en mi infamia; 1840
y ciega e inadvertida
vengo a hacer de la inocencia
acreedora a la malicia.
¡Qué mal hice, qué mal hice
de escaparme fugitiva 1845
de mi hermano! ¿No valiera
más que su cólera altiva
me diera la muerte, cuando
llegó a ver la suerte mía?
Llamarle quiero, que vuelva 1850
con saña más vengativa
y me dé muerte; confusas
voces el eco repita,
diciendo

CRESPO.
(Dentro.) Vuelve a matarme;
serás piadoso homicida, 1855
que no es piedad el dejar
a un desdichado con vida.

ISABEL.
¿Qué voz es ésta, que mal
pronunciada y poco oída,
no se deja conocer? 1860

CRESPO.(Dentro.)
Dadme muerte, si os obliga
ser piadosos.

ISABEL.
¡Cielos, cielos!
Otro la muerte apellida,
otro desdichado hay,
que hoy a pesar suyo viva. 1865
Mas, ¿ qué es lo que ven mis ojos?

(Descúbrese CRESPO atado.)

CRESPO.
Si piedades solicita
cualquiera que aqueste monte
temerosamente pisa,
llegue a dar muerte... Mas, ¡cielos!, 1870
¿qué es lo que mis ojos miran?

ISABEL.
Atadas atrás las manos
a una rigurosa encina...

CRESPO.
Enterneciendo los cielos
con las voces que apellida... 1875

ISABEL
.... mi padre está.

CRESPO
.... mi hija viene.

ISABEL.
¡Padre y señor!

CRESPO.
Hija mía,
llégate y quita estos lazos.

ISABEL.
No me atrevo; que si quitan
los lazos que te aprisionan, 1880
una vez las manos mías,
no me atreveré, señor,
a contarte mis desdichas,
a referirte mis penas;
porque si una vez te miras 1885
con manos y sin honor,
me darán muerte tus iras;
y quiero, antes que las veas
referirte mis fatigas.

CRESPO.
Detente, Isabel, detente, 1890
no prosigas; que desdichas,
Isabel, para contarlas,
no es menester referirlas.

ISABEL.
Hay muchas cosas que sepas,
y es forzoso que al decirlas, 1895
tu valor se irrite y quieras
vengarlas antes de oírlas.
Estaba anoche gozando
la seguridad tranquila,
que al abrigo de tus canas 1900
mis años me prometían,
cuando aquellos embozados
traidores (que determinan
que lo que el honor defiende,
el atrevimiento rinda) 1905
me robaron; bien así
como de los pechos quita
carnicero hambriento lobo
a la simple corderilla.
Aquel Capitán, aquel 1910
huésped ingrato, que el día
primero introdujo en casa
tan nunca esperada cisma
de traiciones y cautelas,
de pendencias y rencillas, 1915
fue el primero que en sus brazos
me cogió, mientras le hacían
espaldas otros traidores,
que en su bandera militan.
Aqueste, intrincado, oculto 1920
monte, que está a la salida
del lugar, fue su sagrado;
¿cuándo de la tiranía
no son sagrados los montes?
Aquí ajena de mí misma 1925
dos veces me miré, cuando
aún tu voz, que me seguía,
me dejó, porque ya el viento,
a quien tus acentos fías,
con la distancia, por puntos 1930
adelgazándose iba;
de suerte, que las que eran
antes razones distintas,
no eran voces, sino ruido;
luego, en el viento esparcidas, 1935
no eran ruido, sino ecos
de unas confusas noticias;
como aquel que oye un clarín,
que, cuando dél se retira,
le queda por mucho rato, 1940
si no el ruido, la noticia.
El traidor, pues, en mirando
que ya nadie hay quien le siga,
que ya nadie hay que me ampare,
porque hasta la luna misma 1945
ocultó entre pardas sombras,
o cruel o vengativa,
aquella, ¡ay de mí!, prestaba
luz que del sol participa,
pretendió, ¡ay de mí otra vez 1950
y otras mil!, con fementidas
palabras, buscar disculpa
a su amor.¿A quién no admira
querer de un instante a otro
hacer la ofensa caricia? 1955
¡Mal haya el hombre, mal haya
el hombre que solicita
por fuerza ganar un alma,
pues no advierte, pues no mira
que las victorias de amor, 1960
no hay trofeo en que consistan,
sino en granjear el cariño
de la hermosura que estiman!
Porque querer sin el alma
una hermosura ofendida, 1965
es querer una belleza
hermosa, pero no viva.
¡Qué ruegos, qué sentimientos
ya de humilde, ya de altiva,
no le dije! Pero en vano, 1970
pues (calle aquí la voz mía)
soberbio (enmudezca el llanto),
atrevido (el pecho gima),
descortés (lloren los ojos),
fiero (ensordezca [a] la envidia), 1975
tirano (falte el aliento),
osado (luto me vista),
y si lo que la voz yerra,
tal vez el acción explica,
de vergüenza cubro el rostro, 1980
de empacho lloro ofendida,
de rabia tuerzo las manos,
el pecho rompo de ira.
Entiende tú las acciones,
pues no hay voces que lo digan; 1985
baste decir que a las quejas
de los vientos repetidas,
en que ya no pedía al cielo,
socorro, sino justicia,
salió el alba, y con el alba, 1990
trayendo la luz por guía,
sentí ruido entre unas ramas.
Vuelvo a mirar quién sería,
y veo a mi hermano. ¡Ay, cielos!
¿Cuándo, cuándo, ¡ah suerte impía!, 1995
llegaron a un desdichado
los favores con más prisa?
Él, a la dudosa luz,
que, si no alumbra, ilumina,
reconoce el daño, antes 2000
que ninguno se le diga;
que son linces los pesares
que penetran con la vista.
Sin hablar palabra, saca
el acero que aquel día 2005
le ceñiste; el Capitán
que el tardo socorro mira
en mi favor, contra el suyo
saca la blanca cuchilla.
Cierra el uno con el otro; 2010
éste repara, aquél tira;
y yo, en tanto que los dos
generosamente lidian,
viendo temerosa y triste
que mi hermano no sabía 2015
si tenía culpa o no,
por no aventurar mi vida
en la disculpa, la espalda
vuelvo, y por la entretejida
maleza del monte huyo; 2020
pero no con tanta prisa
que no hiciese de unas ramas
intrincadas celosías,
porque deseaba, señor,
saber lo mismo que huía. 2025
A poco rato, mi hermano
dio al Capitán una herida;
cayó, quiso asegundarle,
cuando los que ya venían
buscando a su Capitán 2030
en su venganza se incitan.
Quiere defenderse; pero
viendo que era una cuadrilla,
corre veloz; no le siguen,
porque todos determinan 2035
más acudir al remedio
que a la venganza que incitan.
En brazos al Capitán
volvieron hacia la villa,
sin mirar en su delito; 2040
que en las penas sucedidas,
acudir determinaron
primero a la más precisa.
Yo, pues, que atenta miraba
eslabonadas y asidas 2045
unas ansias de otras ansias,
ciega, confusa y corrida,
discurrí, bajé, corrí,
sin luz, sin norte, sin guía,
monte, llano y espesura, 2050
hasta que a tus pies rendida,
antes que me des la muerte
te he contado mis desdichas.
Agora que ya las sabes,
generosamente anima 2055
contra mi vida el acero,
el valor contra mi vida;
que ya para que me mates,
aquestos lazos te quitan (Desátale.)
mis manos; alguno dellos 2060
mi cuello infeliz oprima.
Tu hija soy, sin honra estoy,
y tú libre; solicita
con mi muerte tu alabanza,
para que de ti se diga 2065
que por dar vida a tu honor,
diste la muerte a tu hija.

CRESPO.
Álzate, Isabel, del suelo;
no, no estés más de rodillas;
que a no haber estos sucesos 2070
que atormenten y que persigan,
ociosas fueran las penas,
sin estimación las dichas.
Para los hombres se hicieron,
y es menester que se impriman 2075
con valor dentro del pecho.
Isabel, vamos aprisa;
demos la vuelta a mi casa;
que este muchacho peligra,
y hemos menester hacer 2080
diligencias exquisitas
por saber dél y ponerle
en salvo.

ISABEL.
(Aparte.) Fortuna mía,
o mucha cordura, o mucha
cautela es ésta.

CRESPO.
Camina. 2085
¡Vive Dios, que si la fuerza
y necesidad precisa
de curarse, hizo volver
al Capitán a la villa,
que pienso que le está bien 2090
morirse de aquella herida,
por excusarse de otra
y otras mil!; que el ansia mía
no ha de parar hasta darle
la muerte. Ea, vamos, hija, 2095
a nuestra casa.

(Sale el ESCRIBANO.)

ESCRIBANO.
¿Oh, señor
¡Pedro Crespo! Dadme albricias.

CRESPO.
¿Albricias? ¿De qué, Escribano?

ESCRIBANO.
El Concejo aqueste día
os ha hecho alcalde, y tenéis 2100
para estrena de justicia
dos grandes acciones hoy:
la primera, es la venida
del Rey, que estará hoy aquí,
o mañana en todo el día, 2105
según dicen; es la otra,
que agora han traído a la villa
de secreto unos soldados
a curarse con gran prisa,
aquel Capitán que ayer 2110
tuvo aquí su compañía.
Él no dice quién le hirió
pero si esto se averigua,
será una gran causa.

CRESPO.
(Aparte.) ( ¡Cielos!
¡Cuando vengarse imagina, 2115
me hace dueño de mi honor
la vara de la justicia!
¿ Cómo podré delinquir
yo, si en esta hora misma
me ponen a mí por juez 2120
para que otros no delincan?
Pero cosas como aquéstas
no se ven con tanta prisa.)
En extremo agradecido
estoy a quien solicita 2125
honrarme.

ESCRIBANO.
Vení a la casa
del Concejo, y recibida
la posesión de la vara,
haréis en la causa misma
averiguaciones. (Vase.)

CRESPO.
Vamos. 2130
A tu casa te retira.

ISABEL.
¡Duélase el cielo de mí!
Yo he de acompañarte.

CRESPO.
Hija,
ya tenéis el padre alcalde;
él os guardará justicia. (Vanse.) 2135



CUADRO II

(Salen el CAPITÁN, con banda, como herido, y el SARGENTO.)

CAPITÁN.
Pues la herida no era nada,
¿por qué me hicisteis volver
aquí?

SARGENTO.
¿Quién pudo saber
lo que era antes de curada?

CAPITÁN.
Ya la cura prevenida, 2140
hemos de considerar
que no es bien aventurar
hoy la vida por la herida.

SARGENTO.
¿No fuera mucho peor
que te hubieras desangrado? 2145

CAPITÁN.
Puesto que ya estoy curado,
detenernos será error.
Vámonos antes que corra
voz de que estamos aquí.
¿Están ahí los otros?

SARGENTO.
Sí. 2150

CAPITÁN.
Pues la fuga nos socorra
del riesgo destos villanos;
que si se llega a saber
que estoy aquí, habrá de ser
fuerza apelar a las manos. 2155

(Sale REBOLLEDO.)

REBOLLEDO.
La justicia aquí se ha entrado.

CAPITÁN.
¿Qué tiene que ver conmigo
justicia ordinaria?

REBOLLEDO.
Digo
que agora hasta aquí ha llegado.

CAPITÁN.
¡Nada me puede a mí estar 2160
mejor, llegando a saber
que estoy aquí, y no temer
a la gente del lugar!
Que la justicia es forzoso
remitirme en esta tierra 2165
a mi consejo de guerra;
con que, aunque el lance es penoso,
tengo mi seguridad.

REBOLLEDO
Sin duda se ha querellado
el villano.

CAPITÁN.
Eso he pensado. 2170

CRESPO. (Dentro.)
Todas las puertas tomad,
y no me salga de aquí
soldado que aquí estuviere;
y al que salirse quisiere,
matadle.

CAPITÁN.
Pues ¿ cómo así 2175
entráis? (Aparte. Mas, ¿qué es lo que veo?)

(Sale PEDRO CRESPO, con vara, y los que puedan.)

CRESPO.
¿Cómo no? A mi parecer,
la justicia, ¿ha menester
más licencia?

CAPITÁN.
A lo que creo,
la justicia (cuando vos 2180
de ayer acá lo seáis)
no tiene, si lo miráis,
que ver conmigo.

CRESPO.
Por Dios,
señor, que no os alteréis;
que sólo a una diligencia 2185
vengo, con vuestra licencia,
aquí, y que solo os quedéis
importa.

CAPITÁN. (Al SARGENTO y a REBOLLEDO.)
Salíos de aquí.

CRESPO.(A los labradores.)
Salíos vosotros también.
(Aparte al ESCRIBANO.)
Con esos soldados ten 2190
gran cuidado.

ESCRIBANO.
Harélo así.

(Vanse los labradores, el SARGENTO, REBOLLEDO y el ESCRIBANO.)

CRESPO.
Ya que yo, como justicia,
me valí de su respeto
para obligaros a oírme,
la vara a esta parte dejo, 2195
y como un hombre no más
deciros mis penas quiero.
(Arrima la vara.)
Y puesto que estamos solos,
señor don Álvaro, hablemos
más claramente los dos, 2200
sin que tantos sentimientos
como vienen encerrados
en las cárceles del pecho
acierten a quebrantar
las prisiones del silencio. 2205
Yo soy un hombre de bien,
que a escoger mi nacimiento
no dejara (es Dios testigo)
un escrúpulo, un defeto
en mí, que suplir pudiera 2210
la ambición de mi deseo.
Siempre acá entre mis iguales
me he tratado con respeto;
de mí hacen estimación
el Cabildo y el Concejo. 2215
Tengo muy bastante hacienda,
porque no hay, gracias al cielo,
otro labrador más rico
en todos aquestos pueblos
de la comarca; mi hija 2220
se ha criado, a lo que pienso,
con la mejor opinión,
virtud y recogimiento
del mundo; tal madre tuvo,
téngala Dios en el cielo. 2225
Bien pienso que bastará,
señor, para abono desto,
el ser rico, y no haber quien
me murmure; ser modesto,
y no haber quien me baldone; 2230
y mayormente viviendo
en un lugar corto, donde
otra falta no tenemos
más que decir unos de otros
las faltas y los defetos, 2235
y¿pluguiera a Dios, señor,
que se quedara en saberlos!
Si es muy hermosa mi hija,
díganlo vuestros extremos...
Aunque pudiera, al decirlos, 2240
con mayores sentimientos
llorar. Señor, ya esto fue
mi desdicha. No apuremos
toda la ponzoña al vaso;
quédese algo al sufrimiento. 2245
No hemos de dejar, señor,
salirse con todo al tiempo;
algo hemos de hacer nosotros
para encubrir sus defetos.
Este, ya veis si es bien grande; 2250
pues aunque encubrirle quiero,
no puedo; que sabe Dios
que a poder estar secreto
y sepultado en mí mismo,
no viniera a lo que vengo; 2255
que todo esto remitiera
por no hablar, al sufrimiento.
Deseando, pues, remediar
agravio tan manifiesto,
buscar remedio a mi afrenta, 2260
es venganza, no es remedio;
y vagando de uno en otro,
uno solamente advierto,
que a mí me está bien, y a vos
no mal; y es, que desde luego 2265
os toméis toda mi hacienda,
sin que para mi sustento
ni el de mi hijo (a quien yo
traeré a echar a los pies vuestros)
reserve un maravedí, 2270
sino quedarnos pidiendo
limosna, cuando no haya
otro camino, otro medio,
con que poder sustentarnos.
Y si queréis desde luego 2275
poner una ese y un clavo
hoy a los dos y vendernos,
será aquesta cantidad
más del dote que os ofrezco.
Restaurad una opinión 2280
que habéis quitado. No creo
que desluzcáis vuestro honor,
porque los merecimientos
que vuestros hijos, señor,
perdieren por ser mis nietos, 2285
ganarán con más ventaja,
señor, con ser hijos vuestros.
En Castilla, el refrán dice
que el caballo (y es lo cierto)
lleva la silla. Mirad (De rodillas.) 2290
que a vuestros pies os lo ruego
de rodillas y llorando
sobre estas canas, que el pecho,
viendo nieve y agua, piensa
que se me están derritiendo. 2295
¿Qué os pido? Un honor os pido,
que me quitasteis vos mesmo;
y con ser mío, parece,
según os lo estoy pidiendo
con humildad, que no os pido 2300
lo que es mío, sino vuestro.
Mirad que puedo tomarle
por mis manos, y no quiero,
sino que vos me le deis.

CAPITÁN.
Ya me falta el sufrimiento. 2305
Viejo cansado y prolijo,
agradeced que no os doy
la muerte a mis manos hoy,
por vos y por vuestro hijo;
porque quiero que debáis 2310
no andar con vos más cruel
a la beldad de Isabel.
Si vengar solicitáis
por armas vuestra opinión,
poco tengo que temer; 2315
si por justicia ha de ser,
no tenéis jurisdicción.

CRESPO.
¿Que, en fin, no os mueve mi llanto?

CAPITÁN.
Llantos no se han de creer
de viejo, niño y mujer. 2320

CRESPO.
¿Que no pueda dolor tanto
mereceros un consuelo?

CAPITÁN.
¿Qué más consuelo queréis,
pues con la vida volvéis?

CRESPO.
Mirad que echado en el suelo 2325
mi honor a voces os pido.

CAPITÁN.
¡Qué enfado!

CRESPO.
Mirad que soy
alcalde de Zalamea hoy.

CAPITÁN.
Sobre mí no habéis tenido
jurisdicción; el consejo 2330
de guerra enviará por mí.

CRESPO.
¿En eso os resolvéis?

CAPITÁN.
Sí,
caduco y cansado viejo.

CRESPO.
¿No hay remedio?

CAPITÁN.
El de callar
es el mejor para vos. 2335

CRESPO.
¿No otro?

CAPITÁN.
No.

CRESPO.
Juro a Dios
que me lo habéis de pagar.
¡Hola! (Toma la vara.)

(Salen los villanos.)

ESCRIBANO.
¿Señor?

CAPITÁN.
(Aparte.) ¿Qué querrán
estos villanos hacer?

ESCRIBANO.
¿Qué es lo que manda?

CRESPO.
Prender 2340
mando al señor Capitán.

CAPITÁN.
¡Buenos son vuestros extremos!
Con un hombre como yo,
y en servicio del Rey, no
se puede hacer.

CRESPO.
Probaremos. 2345
De aquí, si no es preso o muerto,
no saldréis.

CAPITÁN.
Yo os apercibo
que soy un Capitán vivo.

CRESPO.
¿Soy yo acaso alcalde muerto?
Daos al instante a prisión. 2350

CAPITÁN.
No me puedo defender;
fuerza es dejarme prender.
Al Rey desta sinrazón
me quejare.

CRESPO.
Yo también
de esotra; y aun bien que está 2355
cerca de aquí, y nos oirá
a los dos. Dejar es bien
esa espada.

CAPITÁN.
No es razón
que...

CRESPO.
¿Cómo no, si vais preso?

CAPITÁN.
Tratad con respeto...

CRESPO.
Eso 2360
está muy puesto en razón.
Con respeto le llevad
a las casas, en efeto,
del Concejo; y con respeto
un par de grillos le echad 2365
y una cadena; y tened
con respeto, gran cuidado
que no hable a ningún soldado;
y a esos dos también poned
en la cárcel; que es razón, 2370
y aparte, porque después,
con respeto, a todos tres
les tomen la confesión.
Y aquí, para entre los dos,
si hallo harto paño en efeto, 2375
con muchísimo respeto
os he de ahorcar, juro a Dios.

(Llévanle preso.)

CAPITÁN.
¡Ah, villanos con poder! (Vanse.)

(Salen REBOLLEDO, la CHISPA y el ESCRIBANO.)

ESCRIBANO.
Este paje, este soldado
son a los que mi cüidado 2380
sólo ha podido prender,
que otro se puso en hüida.

CRESPO.
Este el pícaro es que canta;
con un paso de garganta
no ha de hacer otro en su vida. 2385

REBOLLEDO.
Pues¿qué delito es, señor,
el cantar?

CRESPO.
Que es virtud siento,
y tanto, que un instrumento
tengo en que cantéis mejor.
Resolveos a decir...

REBOLLEDO.
¿Qué? 2390

CRESPO. .

.. cuanto anoche pasó...

REBOLLEDO.
Tu hija mejor que yo
lo sabe.

CRESPO.
... o has de morir.

CHISPA.
Rebolledo, determina
negarlo punto por punto; 2395
serás, si niegas, asunto
para una jacarandina
que cantaré.

CRESPO.
A vos después,
¿quién otra os ha de cantar?

CHISPA.
A mí no me pueden dar 2400
tormento.

CRESPO.
Sepamos, pues,
¿por qué?

CHISPA.
Esto es cosa asentada,
y que no hay ley que tal mande.

CRESPO.
¿Qué causa tenéis?

CHISPA. Bien grande.
Decid, ¿cuál?

CHISPA.
Estoy preñada. 2405

CRESPO
¿Hay cosa más atrevida?
Mas la cólera me inquieta.
¿No sois paje de jineta?

CHISPA.
No, señor, sino de brida.

CRESPO.
Resolveos a decir 2410
vuestros dichos.

CHISPA.
Sí, diremos
aun más de lo que sabemos;
que peor será morir.

CRESPO.
Eso excusará a los dos
del tormento.

CHISPA.
Si es así, 2415
pues para cantar nací
he de cantar, vive Dios.
(Canta.)
Tormento me quieren dar.

REBOLLEDO. (Canta.)
¿Y qué quieren darme a mí?

CRESPO.
¿Qué hacéis?

CHISPA.
Templar desde aquí, 2420
pues que vamos a cantar. (Vanse.)

Acto III.ii